Posteado por: Trece | octubre 8, 2012

Una inspiración iluminada

La inspiración aguardaba bajo los astros, cerca de un olivo. Apenas podía moverse o pensar, porque apenas veía un metro más allá de sí mismo. Invadida por la oscuridad, sentada y apoyada sobre aquel árbol, fue a encontrarse con la luz, y la inspiración le gritó aliviada:

  • –          ¡Luz, por fin te encontré!

La luz le miró extrañada y haciendo una pausa, mirando a la inspiración, desenfada pero aturdida, le preguntó:

  • –          ¿Cómo sabes que soy tu luz?
  • –          ¿Y por qué no?
  • –          No sé cuánto esperaste a encontrarme, pero a veces la clave no es la luz, la clave es el tiempo que esperaste a encontrarme, él te dirá si yo soy tu luz.
  • –          Yo creo que tú eres mi luz. Eres la única que he visto, debes serlo. – le contestó el la inspiración.

Agitando la cabeza a ambos lados la luz le miró de arriba abajo. El estro iba desaliñado, despeinado, y, deslumbrado por la luz, achinaba sus ojos. La luz le dijo:

  • –          El cobarde tiene miedo a la oscuridad y tiende a correr al primer halo de luz que ve porque allí se siente seguro. Y bien ¿Vienes huyendo o se hicieron tus ojos a la noche?
  • –          No lo sé, yo sólo vi una luz y…
  • –          Apenas esperaste –  le interrumpió la luz. –  ¿Sabías que con tiempo la vista se acomoda a la oscuridad? Podrías haber visto las cosas con mayor claridad con algo de tiempo.
  • –          ¡Pero yo vi una luz! ¡Eras tú! – le dijo convencido.
  • –          Perdiste tu visión, idiota, te has acostumbrado a olvidar.
  • –          ¿A olvidar qué?
  • –          Que tienes cuatro sentidos más, y que apenas sabes utilizarlos. Y ahora debo marcharme.
  • –          ¿Y cómo encontraré mi luz?
  • –          La luz siempre está encendida, donde mejor se ve una luz es en la tiniebla.
  • –          ¿En cualquier lugar? ¿En cualquier parte? – preguntó la inspiración.
  • –          Durante muchos años hemos intentado llegar a todas partes, pero al iluminar algo creábamos una sombra tras él. A veces no verás la luz porque a veces la luz no puede llegar a ti, algo ha podido moverse y haberte tapado con su sombra, tienes que aprender a encontrarla.
  • –          Es que te estuve buscando mucho tiempo y no te encontraba… – le recriminó.
  • –          Pierdes el tiempo preguntando, podrías estar buscando ya la respuesta. Yo debo marcharme…

Y antes de que pudiera volver a preguntar la luz desapareció entre la tiniebla y la inspiración quedó extrañada y perdida. Había llegado una luz que lo había iluminado todo y no había aprovechado para observar el camino.


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